viernes, 30 de marzo de 2012

NICETO BlÁZQUEZ, O.P.

BIOTANASIA2

BIOTANASIA

SUMARIO: 1. Biotanasia contra bioética. 2 Nazismo sumergido, cultura de la muerte y biotanasia. 3.Definición de la biotanasia en sentido amplio. 4. Definición de la biotanasia en sentido estricto. 5. Áreas específicas de la biotanasia. 6. La biotanasia de Estado. 7. Áreas específicas de la biotanasia de Estado. 8. Valoración ética de la biotanasia.


1. BIOTANASIA CONTRA BIOÉTICA


Corría el año 1970 cuando el oncólogo Van Rensselaer Potter trataba de poner un título al artículo que terminaba de escribir para su publicación y lo formuló así: “Bioethics. The science of survival. Así apareció por primera vez en la historia el término Bioética. En el año 2000 trataba yo también de encontrar una palabra con la cual significar de un golpe todas las formas de destruir la vida humana, introducidas en el contexto de la bioética, y me pareció que la más adecuada era BIOTANASIA. Este término lo utilicé por primera vez como neologismo en un artículo titulado Genómica y biotanasia para la revista Studium 40 (2000/3) 491-537. Paradójicamente, el término bioética había surgido como referente principal de la vida mientras que la biotanasia nos lleva a pensar inmediatamente en la muerte como el reverso negativo de la bioética. En efecto, es un término compuesto de bios = vida, y thanatos = muerte. Etimológicamente, pues, biotanasia significa dar muerte a la vida. Pero las palabras, además de una significación etimológica tienen muchas veces otra significación al uso. En este caso concreto de la biotanasia cabe destacar el hecho de que el significado etimológico de la palabra y el uso que de ella se hace coinciden plenamente en que siempre hace referencia a la destrucción directa y deliberada de alguna vida humana durante su periplo existencial a partir del momento matemático de su irrupción en la existencia. Por ello, mientras al término bioética cabe asociar todo aquello que está relacionado con la promoción, el amor y respeto debido a toda vida humana, el término biotanasia, por el contrario, se usa para significar toda forma de destruir vida humana alegando pretextos humanitarios falsos, científicos, sociales y políticos. La biotanasia, pues, tanto en su significación etimológica como usual, es la negación de la bioética y tiene su propio caldo de cultivo cultural, ideológico y político. Me refiero a lo que se ha denominado “nazismo sumergido” en la bioética y “cultura de la muerte”.



2. NAZISMO SUMERGIDO, CULTURA DE LA MUERTE Y BIOTANASIA


Analizando los hechos con frialdad objetiva el recuerdo de los programas nazis de exterminio siguen horrorizándonos y, sin embargo, aquellas prácticas nazis, legalmente blindadas con las leyes de Nüremberg (Reichsbürgergesetz y Blutschutzgestz, 1935), comparadas con algunas de las prácticas biomédicas legalizadas en el contexto actual de la bioética, son poco más que un juego de niños.


En 1924 Adolf Hitler publicó Mein Kampf poniendo las bases de lo que actualmente se denomina “los derechos reproductivos”, donde puede leerse lo siguiente: “El Estado hará de la raza el centro de su vida. Quienes sean física y mentalmente insanos o débiles no tienen derecho a perpetuar sus sufrimientos en la carne de sus hijos”. El 14 de julio de 1933 el Parlamento alemán aprobó una ley de esterilización forzosa contra todos aquellos que pudieran transmitir enfermedades físicas o mentales a sus descendientes. Poco después un padre pidió a Hitler la eutanasia para su hijo discapacitado y el Fhürer encargó a su propio médico el asesinato del niño en 1939. Más tarde pidió al personal sanitario que practicaran la eutanasia a quienes la solicitaran para después imponerla de forma sistemática. Para el Dr. Pfannmüller, el asunto no tenía vuelta de hoja. Para mí –dijo- en tanto que nacionalsocialista, estas criaturas (discapacitadas, con taras físicas o psicológicas, o enfermedades incurables) no son más que una carga pesada para nuestros conciudadanos. Nosotros los eliminamos, matizó, pero no a través del método de las inyecciones letales, lo cual sería mal visto por la prensa internacional, sino simplemente dejándolos morir de hambre suministrándoles una alimentación deficiente.


En 1940 estaba ya en marcha el programa de eutanasia activa Aktion T-4. Un comité de cuatro médicos hitlerianos y un químico proveedor de monóxido de carbono se encargaba de decidir a qué pacientes había que aplicar la eutanasia. Se dice que las primeras ejecuciones decretadas por este equipo sanitario tuvieron lugar en la prisión de Brandenburgo el 4 de enero de 1940. La Iglesia Católica protestó por lo que las ejecuciones empezaron a llevarse a cabo de manera secreta bajo la consigna de Aktion 14, F13 y Solución Final. Y además con más contundencia.


Según la mentalidad nazi, hay vidas indignas de ser vividas y son una carga económica insoportable para la sociedad fuerte y sana por lo que esas personas deben ser eliminadas. En consecuencia, las leyes públicas debían indicar los criterios de eliminación y las formas a seguir por los médicos en la puesta en práctica del plan nazi de exterminio. Lo sorprendente de todo este asunto es que, entrados ya en el siglo XXI, la filosofía nazi se ha instalado en la bioética como en su casa sin más protestas plausibles que las de la Iglesia, como en los tiempos álgidos de Hitler. Expresiones como “calidad de vida”, “muerte digna”, “interrupción del embarazo”, “carga social”, “diagnóstico genético”, “derechos reproductivos”, y otras similares, incorporadas al diccionario de la bioética, con frecuencia tienen un significado práctico esencialmente hitleriano.


Cuando Hitler llegó al poder en Alemania en 1933 puso en marcha su programa, el cual era sustancialmente una copia adaptada a la ideología nazi del programa eugenésico norteamericano regulado por la ley Laughlin. Por otra parte, la bioética pretende asumir todas las actividades en las que está en juego la planificación científica de la vida y la muerte. Es imposible ser objetivos negando la coincidencia de la mentalidad y de algunas prácticas nazis antihumanas con la forma de pensar y de actuar actualmente en el ámbito de la bioética. No cabe duda de que Hitler sólo fue un discípulo aventajado de geneticistas y juristas norteamericanos e ingleses y que la bioética puede convertirse en la amnistía y absolución de todos ellos. Si comparamos las leyes nazis de Nüremberg con bastantes de las legislaciones vigentes actualmente sobre bioética, se concluye con relativa facilidad que los sueños de Hitler se están cumpliendo gloriosamente hoy día a la sombra de la bio-jurídica, que son las leyes modernas que regulan las actividades que se desarrollan en el campo de la bioética.


La expresión “cultura de la muerte” fue acuñada por Juan Pablo II en la encíclica Evangelium vitae en la que describió las diversas formas tradicionales de destruir la vida humana a las que se suman otras nuevas en el contexto de la bioética. Paradójicamente se tiene la impresión de que existe una conjura orquestada contra la vida desde una mentalidad en la que las instituciones políticas y sanitarias están implicadas. Nos hallamos ante una realidad caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera "cultura de muerte", promovida por corrientes culturales, económicas y políticas basadas en la eficiencia. En este horizonte sitúa Juan Pablo II la guerra de los poderosos contra los más débiles, que va más allá de las luchas personales clásicas. La cultura de la muerte equivale a una conjura organizada contra la vida humana desde sus orígenes hasta su ocaso.


Según Juan Pablo II, las formas de conducta más características de la “cultura de la muerte” en nuestros días son las siguientes: Los fuertes en salud tratan de eliminar a los enfermos y minusválidos y los Estados poderosos a los Estados débiles; la mentalidad anticonceptiva como actitud de fondo contra la vida no deseada por sí misma la cual lleva derechamente al aborto y la eutanasia; las técnicas de reproducción humana de laboratorio y el uso del diagnóstico prenatal con fines no terapéuticos sino eugenésicos, en cuyos casos casos tiene lugar la destrucción de vidas humanas en estado embrional bajo pretextos diversos; las prácticas abortivas en el inicio de la vida y la eutanasia para los ancianos y enfermos irreversibles. Igualmente la política demográfica impuesta por los países ricos a los países pobres. En lugar de tratar de resolver los problemas de la superpoblación mediante una política familiar humana se promueven programas faraónicos de anticoncepción, esterilización y aborto para los países pobres superpoblados.


En esta conjura contra la vida por parte de los países ricos están implicadas instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la anticoncepción, de la esterilización y del aborto. Cómplices de esta conjura son con frecuencia los medios de comunicación social creando en la opinión pública una cultura que presenta la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de la libertad al tiempo que descalifican a las personas e instituciones comprometidas con la defensa de la vida.


La teoría de los derechos humanos se fundamenta precisamente en la consideración del hecho de que el hombre, a diferencia de los animales y de las cosas, no puede ser sometido al dominio de nadie en particular ni de las instituciones públicas. Lo contrario conduce a la cultura de la muerte en la cual la destrucción de vidas humanas, bajo pretextos científicos, terapéuticos y políticos, termina formando parte integral de las costumbres arraigadas en los pueblos y sus instituciones legales, políticas y sanitarias. El destruir vidas humanas se convierte así en una ocupación rutinaria socialmente aceptada con más generosa incluso que el robo o la calumnia. Con la mentalidad de la cultura de la muerte ocurre que la destrucción de vidas humanas inocentes e indefensas termina pareciendo justa y razonable, cosa que no ocurre, por ejemplo, con el robo y la calumnia.




3. DEFINICIÓN DE LA BIOTANASIA EN SENTIDO AMPLIO



En el contexto de esta mentalidad reflejada en el nazismo y la “cultura de la muerte” la biotanasia o muerte a la vida, (bios=vida y thanatos=muerte) significa las diversas formas concretas de producir y dar muerte a vidas humanas en el ámbito de la nueva disciplina denominada bioética. Dicho lo cual, cabe hablar de biotanasia en sentido amplio y en sentido estricto.


En sentido amplio la biotanasia se refiere a todas las formas antiguas y modernas de destruir directa y deliberadamente vidas humanas. Las formas clásicas por antonomasia de destruir vidas humanas eran el aborto, la eutanasia, la guerra, los genocidios y la pena de muerte. Sobre la guerra siempre se alegaron razones para justificar esas matanzas humanas en nombre del principio de legítima defensa colectiva. Actualmente ha aumentado la sensibilidad contras las guerras pero al mismo tiempo se ha potenciado de forma dantesca la fabricación las armas de guerra cada vez más sofisticadas y mortíferas.


Sobre la pena de muerte contra los máximos criminales ni siquiera los que piden a su abolición cuestionan al Estado su presunto derecho a penalizar con la muerte a determinados malhechores en nombre del principio de defensa colectiva imponiendo la primacía del todo social sobre los individuos humanos integrantes.


Sobre la eutanasia ha ocurrido algo semejante a lo acontecido con el aborto. Hasta muy recientemente el provocar directamente la muerte de los ancianos y enfermos irreversibles o de larga duración de una manera dulce se interpretaba como un acto de inhumanidad y de cobardía humana. Actualmente hay médicos y enfermeras que practican la eutanasia por su cuenta hasta que son descubiertos pero las leyes civiles tienden a proteger esas prácticas mediante su regulación legal. En este contexto se habla del “suicidio asistido”. O lo que es igual, al suicida hay que ayudarle a matarse. En el contexto de la bioética la posibilidad de destruir vidas humanas con cobertura legal se ha disparado, las espantosas técnicas abortivas tradicionales se han sofisticado y las clínicas dedicadas a ese criminal servicio se han multiplicado como hongos venenosos. Cada vez son más los ancianos y enfermos de alto coste económico y asistencial que son eliminados en menos de lo que canta un gallo y las leyes tienden a “regular” tan inhumano servicio para que todo se haga bajo el control público de la ley y no en solitario o en la clandestinidad.


Por otra parte se ha logrado un espectacular avance en el descifrado del genoma humano lo cual es un acontecimiento digno de ser celebrado. Pero al mismo tiempo se ha abierto la posibilidad casi ilimitada de manipular a los seres humanos desde sus genes, lo mismo para ayudarlos a disfrutar de una mejor calidad de vida humana que para destruirlos anticipadamente o destinarlos a fines inhumanos hasta ahora inimaginables. Por si esto fuera poco, muchos científicos reclaman como buitres que se les autorice utilizar para fines científicos los embriones “sobrantes” de las fecundaciones “in vitro”, los abortados y los congelados. Algunos van más lejos y piden que se les permita producir ellos mismos artificialmente embriones de laboratorio para utilizarlos como “bebés medicamento”. O sea, para extraer de ellos las células troncales con fines terapéuticos, o simplemente para realizar con ellos experimentos científicos. En cualquier caso se trata de una forma de destruir científicamente vidas humanas que tiende a convertirse en una rutina con cobertura legal. Se da así la paradoja de que la bioética, que por definición es una cuestión de vida, muchas veces es una cuestión de muerte. La bioética degenera así en biotanasia o muerte a la vida. De todo lo cual se infiere que las formas de dar muerte a la vida son muchas y todas ellas son biotanasia. Pero hay formas específicas solapadas en la bioética y que llamamos biotanasia en sentido estricto. Veamos cómo y de qué manera.



4. DEFINICIÓN DE LA BIOTANASIA EN SENTIDO ESTRICTO



La biotanasia tomada en sentido estricto significa las diversas formas de destruir vidas humanas en el ámbito de la nueva disciplina denominada bioética alegando motivos científicos, terapéuticos, sociales, raciales y sexualmente discriminatorios. Toda acción en el campo de la bioética que implica destrucción directa y voluntaria de alguna vida humana a partir del momento de la fecundación es biotanasia. Así, la eutanasia, el aborto y todas las demás formas de destruir vidas humanas son formas de biotanasia. Hecha esta aclaración cabe destacar como áreas específicas de la biotanasia en el contexto de la bioética en sentido estricto las siguientes.



5. ÁREAS ESPECÍFICAS DE LA BIOTANASIA



Área de la genética. La biotanasia abarca todas aquellas intervenciones sobre el genoma humano que conllevan manipulación o destrucción del mismo con fines eugenésicos, reproductivos, terapéuticos o exclusivamente científicos. La terapia génica, por ejemplo, constituye un capítulo fascinante y esperanzador de la bioética pero las intervenciones sobre el genoma pueden degenerar en prácticas racistas neo-nazis mediante la selección genética del genoma o la utilización del mismo con fines estrictamente científicos.

Área de la reproducción humana de laboratorio. Como es sabido, en el campo de la reproducción humana de laboratorio la producción de varios embriones por razones pragmáticas es una práctica rutinaria. Ha surgido así la polémica cuestión de los “embriones sobrantes”. ¿Qué hacer con ellos? Hasta ahora su destino fatal ha sido la destrucción de los mismos de formas diversas, pero todas ellas al final mortíferas. Esto es biotanasia pura y dura en el contexto de la bioética dominante.

Área del diagnóstico prenatal, del aborto y de la eutanasia. La práctica del diagnóstico prenatal es siempre sospechosa. Hay ginecólogos que aconsejan dicho diagnóstico no porque estén interesados en salir al encuentro, ya desde el seno de sus madre, de los problemas de salud del que va a nacer, sino todo lo contrario. De lo que se trata en realidad es de saber si lo que se está gestando es niño o niña, chequear su estado de salud y destruirlo provocando el aborto si no responde a los deseos y expectativas de los padres. Cuando el diagnóstico prenatal va así asociado al aborto y no a la terapia prenatal nos hallamos ante una obra de muerte y por lo mismo en el campo propio y específico de la biotanasia.

Área de la investigación científica. Es el caso de los investigadores que producen, utilizan y destruyen los fetos humanos a fin de incrementar nuestro conocimiento. Tradicionalmente las investigaciones médicas y farmacológicas se llevaban a cabo utilizando primero animales selectos de usar y tirar sobre los cuales se realizaban todos los experimentos necesarios para garantizar la utilidad de los fármacos para las personas. Ahora existe una tendencia brutal a experimentar directamente con fetos humanos y con enfermos desahuciados. A estos profesionales les parece que el incremento más rápido del conocimiento científico en sí mismo es más importante que la vida de las personas que hayan de morir durante el proceso de esos experimentos. Aparte de absurda, esta mentalidad es muy peligrosa y cae obviamente en el campo de la biotanasia.

Área de la investigación terapéutica y de los “niños medicamento”. Como es sabido, la producción, natural o artificial, de los denominados “niños medicamento” lleva consigo la producción y destrucción de embriones humanos para ser utilizados después como los clásicos “conejillos de indias” por motivos terapéuticos en el contexto de la nueva eugenesia o neo-nazismo infiltrado en la bioética. Se producen embriones humanos para extraer de ellos las “células madre”, para ser utilizadas después como medicinas. Objetivamente este procedimiento lleva consigo la producción de embriones humanos en el laboratorio para ser destruidos al extraerles las células madre con la intención de curar la enfermedad de otros. En la práctica este procedimiento se lleva a cabo en un contexto emocional y sentimental muy elevado pero ello sólo contribuye a que la brutalidad objetiva del mismo pase lo más desapercibida posible.



6. LA BIOTANASIA DE ESTADO



La biotanasia, hemos dicho, es una palabra nueva que significa todas las formas de destruir vida humana en el contexto de la bioética. En este contexto la biotanasia de Estado es también una expresión nueva que pone en evidencia la brutalidad del Estado de Derecho cuando promueve o se hace cómplice de la destrucción de vidas humanas en general y de modo especial en el contexto de la bioética. Tal promoción o complicidad se lleva a cabo dando cobertura legal al aborto, la eutanasia, la procreación humana de laboratorio, algunas investigaciones sobre el genoma humano y la protección legal de clínicas donde se practican los abortos. Sin olvidar la protección legal de técnicas de reproducción humana de laboratorio las cuales conllevan la destrucción rutinaria de embriones humanos. Pero vayamos por partes aunque sólo sea de una forma sucinta y esquemática.


Entrados en el siglo XXI resulta ineludible destacar el rol del presunto Estado de Derecho en materia de biotanasia. De hecho los Parlamentos de todos los países del mundo han legislado ya sobre estas cuestiones y existe un cuerpo jurídico impresionante a sobre las mismas a escala mundial. Paralelamente existe un cuerpo doctrinal de la Iglesia sobre las mismas cuestiones. Pues bien, cuando la muerte de seres humanos se produce como consecuencia de decisiones tomadas con el respaldo legal de profesionales del poder político y legislativo tiene lugar la biotanasia de Estado.


Llamamos, pues, biotanasia de Estado a toda forma de destruir vidas humanas en nombre del Estado de Derecho. Nos hallamos ante una obra de muerte impuesta o favorecida por las personas e instituciones que ejercen el poder político y legislativo en la sociedad. De una forma simple y esquemática cabe describir la génesis y proceso de este lamentable fenómeno del modo siguiente.


Primero empezaron los moralistas a discutir académicamente sobre el trato científico que algunos estaban dando a la vida humana a raíz de la segunda guerra mundial. Luego se produjo la división de opiniones en la medida en que algunos empezaron a justificar las prácticas abortivas respetando unas condiciones previamente consensuadas. Otros idealizaron el ejercicio de la libertad y de la promoción del progreso científico relegando a un segundo plano el valor troncal de la vida humana desde su orto hasta su ocaso natural. En este caldo de cultivo los cuerpos legislativos se aplicaron a la creación de leyes favorables a esta mentalidad y los políticos de turno más irresponsables la sancionaron aprobando leyes en materia de bioética favorables a la práctica de la biotanasia. Como es sabido, una vez que se aprueba una ley, el Estado se compromete a facilitar su cumplimiento penalmente si fuere menester, al margen de que objetivamente la ley sea buena, mala, justa o injusta. Este criterio se aplica literalmente a la biotanasia.



7. ÁREAS ESPECÍFICAS DE LA BIOTANASIA DE ESTADO



Cabe destacar las siguientes:
Los conflictos bélicos y el terrorismo de Estado; holocaustos y genocidios;
la pena de muerte como castigo legal; la legalización de las prácticas abortivas y de la eutanasia activa; legalización de todas las prácticas biomédicas que llevan consigo la destrucción de embriones humanos, por ejemplo, el diagnóstico pre-implantatorio con fines abortistas, racistas o discriminatorios;
el uso y destrucción de los “embriones sobrantes”, por razones científicas, o simplemente pragmáticas, en el contexto de las técnicas de reproducción in vitro y de la clonación humana; la destrucción de embriones humanos, producidos natural o artificialmente, para ser utilizados como “bebés medicamento”; la destrucción de embriones humanos congelados al cabo del periodo de tiempo legalmente autorizado para su conservación.

Por extensión cabe hablar también de biotanasia de Estado cuando la obra de muerte se lleva a cabo en los hospitales o centros de salud por decisión de los Comités de Ética o Bioética, los cuales toman decisiones mortíferas sobre determinados pacientes de acuerdo con normas y reglamentos internos legalmente autorizados. Hay biotanasia de Estado, objetivamente hablando, siempre que se realiza deliberadamente una obra de muerte al amparo de una ley pública o de una normativa privada no desautorizada.


Como ejemplos prácticos emblemáticos de biotanasia de Estado cabe destacar las decisiones que desde 1994 empezaron a tomar algunos Gobiernos con vistas a destruir todos los “embriones sobrantes” que llevaban cinco años en el congelador. En 1996 el Gobierno británico, por ejemplo, tomó una decisión draconiana al respecto y en el 2009 el nuevo presidente de los Estados Unidos se apresuró a levantar las restricciones económicas vigentes contra el uso y abuso científico de embriones humanos alegando pretextos terapéuticos.



8. VALORACIÓN ÉTICA DE LA BIOTANASIA



A la luz de la descripción que terminamos de hacer de la biotanasia está claro que todas las prácticas biomédicas, jurídicas y políticas que caen bajo su denominación son objetivamente malas e indeseables en la medida y proporción en que todas ellas llevan consigo la destrucción directa y deliberada de alguna o varias vidas humanas desde el momento matemático de su fecundación (natural o de laboratorio) hasta su ocaso natural o fecha de caducidad marcada en el código genético. La bioética tiene la noble misión de ayudarnos a que esa fecha de caducidad no se adelante y, si es posible, contribuir a que se posponga. Esto se consigue en la práctica llevando una vida personal y social sana de cuerpo y espíritu. La biotanasia, por el contrario, implica que unos seres humanos decidan sobre su vida propia y la de los demás como si fuera un puro objeto material de su propiedad del que pueden deshacerse o destruirlo cuando les apetezca sin rendir cuentas a nadie. Pero aquí cabe decir que con la vida hemos topado y cuando esto ocurre el respeto incondicional a la vida ha de prevalecer sobre las ideologías, las creencias religiosas, costumbres sociales y códigos legislativos que inducen o convalidan de alguna forma la destrucción directa y deliberada de vidas humanas.

La biotanasia no encontrará ningún abogado defensor ante el tribunal del sentido común y del uso correcto de la razón. Pero además del tribunal universal de la razón está el tribunal teológico de la revelación cristiana. En este tribunal de suprema instancia el Juez es directamente Dios, fuente suprema del ser y de la vida. Ahora bien, la teología cristiana enseña que todo individuo de la especie humana o persona es un reflejo o imagen de Dios de tal modo que lo que hacemos a favor de la vida humana (bioética) es como si a Dios se lo hiciéramos, y lo que hacemos en contra de la vida humana (biotanasia) es como si lo hiciéramos contra Dios. Es paradójico y hasta cierto punto comprensible que los tribunales humanos de justicia traicionen con frecuencia su función de administrar bien la justicia. Lo que no cabe pensar es que la justicia divina vaya a dejar impunes e irse de rositas a quienes han maltratado y destruido vidas humanas en este mundo y no se han retractado de ello. Esta observación es válida para creyentes y no creyentes en Dios. NICETO BLÁZQUEZ, O.P.


Términos relacionados: ética, bioética, biojurídica, biotecnología.


BIBLIOGRAFÍA


N. BLÁZQUEZ, Genómica y biotanasia: Studium 40 (2000/3) 491-537. Bioética y biotanasia: Studium 48 (2008/2) 239-275. Bioética y biotanasia, Ed. Vision Libros, Madrid 2010. La biotanasia o el reverso de la bioética, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2011. JUAN PABLO II, Encíclica “Evangelium vitae”, sobre el valor inviolable de la vida humana (25/III/1995).